sábado, 8 de diciembre de 2012

Concederse la libertad.


El otro día viendo la película de “Los 400 golpes” apareció (y empezó a tomar forma) en mi mente una cita de Octavio Paz que leí tiempo atrás y nunca acabé de comprender. La cita decía lo siguiente: “la libertad es la diferencia entre dos monosílabos: SÍ y NO”.

¿Hasta qué punto el niño protagonista, al faltar a clase, está cometiendo una fechoría y en qué medida está ejerciendo su libertad de elección?

Al hablar de libertad de elección, no me refiero a hacer lo que se me antoje, ya que esto pertenece más al ámbito de la fantasía que al de la realidad. Me refiero al proceso interno de autonomía que empieza a tomar forma en la adolescencia. Este proceso, para mí, consiste en la posibilidad (o el derecho) que tiene cada uno de elegir una, o a veces más de una, de las alternativas que se le presentan en una determinada situación, es decir, la capacidad de elegir dentro de lo posible.

No asistir a la escuela es una elección posible, pero en cierta manera, es una elección condicionada por no haber hecho los deberes, haber sido castigado el día anterior…o lo que es lo mismo, su elección puede ser producto de una serie de malas decisiones previas.

Declararse libres de elección, es dar el paso de asumir las decisiones que tomo, aunque hoy sepa que me equivoqué y que era posible haber hecho todo lo contrario a pesar de que yo no lo hiciera…al hacernos responsables de nuestras decisiones, somos libres de poder elegir.

Alumna: Alba Padín.

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