domingo, 16 de diciembre de 2012

La importancia de una correcta observación

Ya que hemos enlazado con la literatura hispanoamericana, quería traer a uno de mis más queridos escritores de minificción: Augusto Monterroso. Muchos de sus relatos tienen una moraleja que invita a la reflexión (al más puro estilo de J.J. Arreola, pero sin misoginia). Para aquellos que no lo conozcáis, os recomiendo la lectura de cualquiera de sus relatos. El siguiente lo he sacado de su libro La oveja negra y demás fábulas, que podréis conseguir fácilmente en cualquier librería, biblioteca o en pdf por internet.

La semana pasada analizamos en clase el caso de J., un chico que por una serie de razones más o menos desconocidas empezó a disminuir su rendimiento académico. Tratamos de tomar soluciones desde la poca información de la que disponíamos y seguramente no acertamos en algunos puntos (o sí) - tendríamos que haber visto la posterior evolución del chico.

Bien, este cuento nos lleva a reconsiderar nuestras posiciones, es posible que nuestras decisiones fueran acertadas desde nuestro punto de vista... pero en la vida no todo es tan sencillo. A veces una observación superflua nos lleva a conclusiones equivocadas, y otras veces un mismo problema puede tener varias soluciones posibles.

"El Conejo y el León"

Un célebre Psicoanalista se encontró cierto día en medio de la Selva, semiperdido.

Con la fuerza que dan el instinto y el afán de investigación logró fácilmente subirse a un altísimo árbol, desde el cual pudo observar a su antojo no sólo la lenta puesta del sol sino además la vida y costumbres de algunos animales, que comparó una y otra vez con la de los humanos.

Al caer la tarde vio aparecer, por un lado, al Conejo; por otro, al León.

En un principio no sucedió nada digno de mencionarse, pero poco después ambos animales sintieron sus respectivas presencias y cuando toparon el uno con el otro, cada cual reaccionó como lo había venido haciendo desde que el hombre es hombre.

El León estremeció la Selva con sus rugidos, sacudió la melena majestuosamente como era su costumbre y hendió al aire con sus garras enormes; por su parte, el Conejo respiró con mayor celeridad, vio un instante a los ojos del León, dio media vuelta y se alejó corriendo.

De regreso a la ciudad el célebre Psicoanalista publicó cum laude su famoso tratado que demuestra que el León es el animal más infantil y cobarde de la Selva y el Conejo el más valiente y maduro: el León ruge y hace gestos y amenaza al universo movido por el miedo; el Conejo advierte esto, conoce su propia fuerza, y se retira antes de perder la paciencia y acabar con aquel ser extravagante y fuera de sí, al que comprende y que después de todo no le ha hecho nada.

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Muy relacionado con la enseñanza y el sistema educativo, también podríamos leer otro relato del mismo libro El grillo maestro, que os animo a que leáis y comentéis.


Manu

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