lunes, 17 de diciembre de 2012

Comentarios desde la observación



No resulta fácil observar una discusión en curso. Uno se tiene que "morder la lengua" literalmente, en más de una ocasión. No porque no haya nada que decir, sino porque conviene dejar hablar, dejar que los temas se vayan desplegando, elaborando. 
Una buena discusión necesita tiempo.

Interesantemente, durante el tiempo en el que estuvisteis planteando cuestiones, hubo una serie de ideas de lo más sugerentes. A veces necesitamos dar vueltas a una serie de temas, en lo que parece una reiteración, para permitir que surjan otros más novedosos, más profundos, más complejos. 
Desde fuera una discusión de este tipo es una constatación de muchas cosas. Por ejemplo, ¿en qué os fijáis a la hora de hacer un análisis? ¿qué teorías usáis o no usáis? ¿por qué? ¿cómo se usa la teoría, explícitamente o implícitamente? ¿qué se ha leído y qué no se ha leído probablemente? ¿qué se ha entendido y qué no? ¿qué se ha integrado y qué no? ¿qué concepciones subyacen a vuestros argumentos? ¿son los mismos que al principio de la asignatura, han cambiado?
En este tipo de situaciones son tan importantes las presencias como las ausencias, aquello de lo que se habla como aquello de lo que no se habla. Incluso aquellos que hablan como aquellos que no hablan y prefieren escuchar. O incluso aquellos que no hablan pero de repente deciden hacerlo, por la razón que sea. 
En cierta manera es un ejemplo palpable de toda una serie de competencias puestas a prueba, practicadas. Va mucho más a allá, o al menos podría ir, de la adquisición pasiva de información, porque se está exigiendo aplicarla, usarla, integrarla, asimilarla.
Este tipo de actividad proporciona una evidencia o una falsación a nuestras propias hipótesis, predicciones y expectativas acerca de cómo va el grupo, en relación a su aprendizaje. Es un ejemplo de evaluación en vivo, no sólo del nivel demostrado por el grupo, sino también hacia nosotros como profesores, de lo que hemos más o menos logrado o estamos en vías de lograr. En la evaluación, entendida como proceso y desde un punto de vista formativo, estamos todos incluidos. 
A ver ahora qué sigue esto dando de sí. Es un buen momento de estar con la boca cerrada un poco más, siguiendo a Finkel, para permitir que sean otros los que encuentren su voz o al menos, que confíen en la misma, más allá de confiar en la voz de otros, sobre todo si se suponen que son expertos. No resulta esto una tarea sencilla, pero ahí estamos todos. 
Como dice Pennac en Mal de Escuela, "enseñar es eso: volver a empezar hasta nuestra necesaria desaparición como profesor" (p.60).
Un saludo
Alejandro y Héctor

2 comentarios:

  1. Sobre aquel día de debate es verdad que quedan muchas preguntas en el aire, SIEMPRE QUEDAN. Y no todas sobre el tema de la discusión, que también, sino sobre cómo lo estábamos viviendo cada uno.
    En mi caso, suelo esperar a que se anime la conversación pensando alguna pregunta, no suelo ser la primera en hablar, soy poco impulsiva en estos casos. Necesito un tiempo para ordenar mi mente. Voy elaborando en mi cabeza alguna cuestión que me ronda y cuando veo la oportunidad adecuada la suelto. ¿Y si no llega esa oportunidad? Puf, pues la aparco en algún lugar de mi cabeza y, seguramente, con el tiempo, desaparece.
    A veces la cuestión sirve para animar el debate, a veces se queda la cosa un poco parada y pienso "vaya, no he acertado con el comentario". Pero enseguida sale algún compañero con una nueva cuestión. Es verdad que poco a poco el debate va tomando fuerza y que las preguntas más interesantes, las que nos hacen reflexionar, conectar conocimientos, no salen desde el principio. Cada debate necesita un tiempo y es difícil predecirlo.
    El fondo también depende de lo implicados que estén los compañeros, de si han podido leer los textos propuestos o no. De repente conectan algún tema con los textos de Kegan y pienso "jo, tenía que habérmelos terminado aquel día, ahora estoy sin defensas ante este ataque" y me tengo que quedar callada hasta la siguiente cuestión.
    De todas formas, no sé si viene a cuento o no, pero me he dado cuenta, en mi caso, de que desde el principio de curso hasta ahora he sido capaz de dejar a un lado la vergüenza o reparos que podía tener al hablar delante de unos desconocidos. También puede ser porque al final ya no somos tan desconocidos. ¿Por qué me frena ese hecho al principio? ¿No me estoy formando para eso precisamente?
    Espero que las prácticas sirvan para perder ese miedo o, al menos, para afrontarlo de manera positiva. Supongo que cada año ante un grupo nuevo se tienen esos MIEDOS e INQUIETUDES.
    Sé que muchos compañeros ya han dado clases como docentes, para mí es una nueva experiencia que estoy deseando comenzar. Espero tener los conocimientos medio ordenados en mi cabeza para aplicarlos en el momento en que vea la ocasión adecuada. Pero, ¿hay que esperar a la ocasión adecuada? ¿y si no llega? ¿se empezarán a perder las buenas ideas?
    Es complicado. Todo esto me parece complicado. Bueno, poco a poco, POCO A POCO.

    Laura Lozano Arenal
    Grupo Artes Plásticas y Visuales + EF

    ResponderEliminar
  2. Hola yo soy la impulsiva del grupo jajajajaja. Yo pienso que es interesante en un debate como en una clase de análisis déjarse llevar y decir lo que uno piensa. Hay que abrirse chicos, hay que abrir nuestras mentes y nuestros corazones. Yo soy el ejemplo contrario. A veces me abro demasiado y me ha pasado este curso alguna vez ir llorando a casa pensando en lo que se ha dicho o en como me ha influido lo que hemos aprendido antes, quizás me pasa que me sirve de algún tipo de psicoanálisis y soy muy sensible. En todo caso, yo pienso que todos somos muy listos y sabemos muchas cosas. Algunas las sabemos expresar y otras no sabemos que las sabemos.
    Por éso, pienso que se han planteado muchas clases como se han planteado.

    Un besito M BEL FA (Inglés)

    ResponderEliminar