lunes, 3 de diciembre de 2012

Conflictos en la Educación Secundaria.



Hola a todos,

Tras leer el capítulo de Amparo Moreno sobre los estudiantes de secundaria, las reflexiones de el Doctor Pennac en Mal de Escuela, y leer sobre el caso de J., he reflexionado sobre la gran cantidad de cambios físicos y cognitivos que experimentan los adolescentes y que afectan a su forma de ver el entorno, de aprender, de reflexionar, de actuar, y de vivir nuevas experiencias y responsabilidades. Es una etapa crucial del desarrollo; y conocerla por parte de los profesores, padres y demás adultos es crucial para ayudar a los adolescentes a seguir desarrollándose como personas y resolver los conflictos que puedan surgir.
      Al final del capítulo de Amparo Moreno se muestra un dato preocupante: “La escuela es un lugar evidente de pertenencia social y, sin embargo, un porcentaje notable de los estudiantes españoles 25 y un 35%, afirma que no se siente parte de la escuela y no participa en ella”. Esto me lleva a recordar mi curso de 3º de la ESO, cuando pasé de estudiar de un colegio a un instituto y noté un cambio radical a mi alrededor. En mi clase había un grupo de alumnos que no sólo no mostraban apenas interés por aprender, si no que también eran bastante conflictivos. La mayoría eran repetidores que no mostraban el menor interés por las clases, se mostraban maleducados y llegaban a insultar a los profesores. Esto me impactaba mucho, y ahora he reflexionado más hondamente sobre qué pudo llevar a los alumnos a actuar así y como se comportaban los adultos que les rodean.
       Creo que estas actitudes se pueden generar en ocasiones en el mismo entorno familiar, cuando la familia no presta la atención necesaria al adolescente. Quizá en algunos casos los alumnos conflictivos de mi clase de 3º de la ESO tuvieran una situación o episodio familiar que les llevará a empezar a mostrar ese desinterés en la escuela. En estos casos los padres deberían tratar de encontrar la causa del problema y ayudar a su hijo. Como Amparo Moreno indica, también es posible que estos chicos comenzaran a mostrarse conflictivos en el instituto por considerar que en este entorno tienen más libertad para “transgredir las normas” y mostrar su disconformidad. Si no se interviene adecuadamente por parte de la familia y los profesores, es posible que esta actitud con el medio educativo se agrave.
      Durante el curso me daba cuenta de cómo la tutora de la clase se esforzaba por tratar de resolver los conflictos y retener la atención de estos alumnos para conocerles mejor. Una vez mis padres me comentaron que, tras asistir a una reunión con la tutora, esta les contó que muchos padres de estos chicos no mostraban interés por acudir al centro a hablar con ella y eso complicaba las cosas. Creo que este es el primer error de todos: que los propios progenitores no muestren interés por participar e intervenir.
      Algunos profesores pasaron a ignorar a estos alumnos. Una de las profesoras se mostró desde el principio muy a la defensiva ante estos comportamientos, y aunque llegaba a ser comprensible, esto sólo parecía empeorar el problema. También había una profesora muy autoritaria que les contestaba y llegaba a descalificarles. Dividía la clase de tal forma que estos alumnos estaban más separados del resto para no molestar. Lo cierto es que a veces era complicado seguir las clases con normalidad en algunas asignaturas debido a las interrupciones, y con este método y la autoridad y “genio” que mostraba la profesora se aprovechaban mejor las clases que en otras asignaturas. Pero otra vez pienso en cómo estos chicos eran ignorados, y cómo así no se llegaba a solucionar el problema real.
      También había profesores que se interesaban  más por ellos y con los que parecía haber mayor tranquilidad en clase. No recuerdo si la profesora de geografía logró mayores notas en su asignatura, pero sí que hizo que mostraran cierto interés. Era una chica bastante joven que en cierta medida hablaba con ellos de vez en cuando sobre temas que les interesaba. Quizás aquí funciono lo que Amparo Moreno menciona en el capítulo: Los adolescentes “necesitan respeto, que se les tome en serio, que se escuche su opinión antes de juzgar sus capacidades o incluirles en categorías estereotipadas, al tiempo que no se excluye la obligación de informarles, apoyarles, guiarles y establecer límites” […] “Necesitan figuras adultas con las que hablen con voz propia”.
        He oído muchas veces decir que el problema de estos adolescentes es que no quieren estudiar y están obligados a ir al instituto hasta los 16 años, molestando con ello innecesariamente al resto de compañeros que sí van a estudiar. Defienden que deberían de dejar de ir a la escuela para ponerse a trabajar. Lo cierto es que de esa forma alimentamos la creencia de que la educación secundaria no es algo tan importante y necesario para los adolescentes. Tengo la sensación de que en la actualidad hay una especie de “crisis de valores” que ha llevado a muchos adolescentes a creer más firmemente que estudiar sólo sirve para pasar las asignaturas, los cursos, y seguir estudiando para competir por un buen puesto laboral, sin encontrar mayores motivaciones. Algunos consideran que esos son años perdidos y que ya podrían comenzar a trabajar sin más, o simplemente no encuentran  motivación alguna. Parece que cada vez se tiende a olvidar más que en la escuela también se deberían adquirir valores, conocimientos y capacidades necesarios y útiles para el día a día, y se colabora para que los alumnos sigan creciendo de la mejor forma  y así pueda serles más fácil y seguro realizar elecciones sobre su propia vida. Como dice Amparo Moreno: “Las responsabilidades se aprenden no en una asignatura, sino en su ejercicio diario.”
     Todo esto me hace pensar en lo complicadísimo que a veces podría llegar a ser trabajar con adolescentes, pero también debe ser muy satisfactorio lograr buenos resultados. Ahora soy más consciente de que los caso de de estos chicos pueden ser muy distintos unos de otros. Al igual que, por ejemplo, el caso de J., habría que analizar la situación y contexto particulares, encontrar el origen del problema, y no precipitarse, si no planificar cómo se podría actuar. También hay que tener en cuenta esos cambios en las creencias y la visión con respecto al mundo de los adolescentes. La familia y los profesores son los medios que mejor les pueden apoyar y ayudar en una búsqueda de motivaciones que les haga involucrarse más.

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